ARTE: MIGUEL CORREA. Creador en retiro.

Creadores en retiro. La soledad y el encierro alimento en tiempos de pandemia”. Artistas y artesanos de Sabana Centro hablan de su hacer en tiempos de pandemia.

Textos: Héctor TABARES ORTIZ. Fotografías: Julio LEÓN R.

Doce reconocidos creadores entre artistas y artesanos de la región, le dicen al mundo que la soledad y el encierro son alimento en tiempos de pandemia. El Grupo Chunuguá lo logró, y EL OBSERVADOR y el PORTAFOLIO MUNICIPAL DE ESTÍMULOS de Cajicá 2020 lo propiciaron.

La función es presentar a los lectores y usuarios virtuales una puntual información acerca de cómo ha girado la rueda de las vidas de aquellos hombres y mujeres en el lapso del 1 de marzo de 2020 hasta hoy.  

TAL VEZ LE INTERESEN LOS PUBLICADOS (1).  ESTA VEZ,   

Miguel CORREA

Vamos a gritarle a la humanidad que vamos a aprovechar nuestra resurrección, a hacer otras cosas, de todo un poquito y mejor”.

Miguel CORREA / Julio LEÓN

El maestro Miguel CORREA es un pintor costumbrista -o de género- de valioso colorido, que dedica su vertiente creadora a dejar hablar por sí mismos a los acontecimientos y hechos cotidianos del terruño antioqueño, su comarca natal en Colombia. Los temas costumbristas son una especialidad pictórica de larga trayectoria en el arte universal, en la que se presentan escenas cotidianas y comunes.

En todos los formatos, su gusto y sensibilidad por la naturaleza, por la belleza, por la relación humana e incluso por las voces sociales, son reflejados por él en la plaza pueblerina de mercado, la vida en el campo, los oficios, la arriería, el paisaje; las mulas con paso lento o rápido por sendas montañosas, rumbo al pueblo, cargadas con panela o café o canecas de leche; o arrieros amarrando las mulas frente a la pesebrera antes de comenzar la faena. Otros cuadros suyos pueden mostrar una casa campechana de teja por allá en el trasfondo, con su techumbre a dos aguas, sus diminutas ventanas con una sola puerta, y un etcétera de imágenes que abarcan hermosos bodegones con frutas y flores de todos los tonos.

Miguel CORREA ha trabajado y expuesto en galerías de Colombia y del exterior, escenario este donde también ha sido muy bien valorado su talento. Es autor de pinturas de gran formato, entre ellas las que enriquecen el Parque Temático Jaime Duque, en Tocancipá (Sabana Centro, al norte de Bogotá).

Su impresión sobre este tiempo de confinamiento

–   Tuvimos la suerte de no contagiarnos del pesimismo, más que todo porque la parte mental era la que había que trabajar en esta época. Logramos estar conectados con el trabajo, nunca paramos. Realmente fue un momento para estar mejor conectados con nuestros proyectos. Logré pintar varias obras excedidas en calidad, porque el momento fue propicio para revalorar lo que estábamos haciendo, para redescubrirnos. Fue interesante encontrar que podía mejorar mi trabajo. En mi hogar que convertí en taller tenía toda la tranquilidad, el sosiego, sin presiones ni compromiso inmediato con mis clientes. El estar aislados socialmente del mundo exterior parecía hallarse en una prisión, donde la única manera de romperla era entregarse a los proyectos, materializando nuestros sueños de alguna manera.

Miguel CORREA ha estado al frente del proyecto que anotábamos anteriormente, el “Laboratorio tras las rejas”, una estrategia de aproximación a la comunidad vecina del barrio La Estación, dividida del Centro Cultural y de Convenciones de Cajicá. Fue una intervención pictórica de un cielo que une los dos espacios en la reja divisoria de 80 metros, realizada con la ayuda de un grupo de vecinos del sector.

Miguel CORREA / Julio LÉON

Logré hacer un buen trabajo

  • Logré hacer un buen trabajo, pintar varios cuadros que no estaban contratados, comprometidos, y me expreso así, porque desde joven, aparte de que disfruto sobre manera la vida artística, considero que lo que pinto vale como mercancía; o talvez porque dada mi ascendencia paisa antioqueña y porque me crie en un ambiente de negocios, descubrí que mi trabajo siempre me debía dar el sustento diario. Y en efecto, estos días pinté 16 cuadros pequeños que se los llevó mi esposa y las vendió en Nueva York.
«Una mañana en el trapiche». Óleo, espátula, pincel. 1.70 x 90 / Cortesía.

Lo buscaron sus anteriores clientes

  • Vendí otras obras que mantengo en bodega. Y me encargaron nuevas. Debido a que el distanciamiento social acercó los afectos, fruto de esa necesidad sentida de renovar amistades, de reencontrarse con viejos conocidos, esos que uno tiene en el olvido durante años por esos ajetreos diarios, un amigo que fue galerista mío, que manejó algún tiempo mi obra me buscó, y me encargó una obra gigante para oficina, la que ando ahora pintando. Otro señor, amigo, cliente de Cajicá, también me hizo un encargo.

La pandemia: tiempo para auto reconocerse y para revaluarse

– Este tiempo me dio la oportunidad de revisar mi obra. Cuando uno lleva mucho tiempo en una labor como que se rutiniza, como que se automatiza con lo más mínimo de su capacidad creadora, deja a un lado la motivación por investigar, y no se exige más en su capacidad artística, no trasciende más su trabajo. Me di cuenta de que diario uno debe comprometerse un poco más con lo que hace, inclusive en la parte emocional con su familia, sus amigos incluso con sus vecinos. Echar de ver que dada la fragilidad esos afectos se pueden romper muy fácil. Me conmovió entender que de pronto la vida y la salud están en el filo de la navaja. En lo artístico me volvió esa importancia de magnificarlo todo, de notar que los colores pueden ser más vivos, de que lo gris debía salir un poco de mi obra. Luego del encierro, disfruté demasiado el reencontrarme de nuevo con el sol, porque el encierro me llevó por algún tiempo a desentenderme de él y cuando se flexibilizó la cuarentena, volver a la calle, al campo, caminar por el barrio me posibilitó redescubrirlo y valorarlo en toda su dimensión y significado.

Fue más el escándalo y la purga

– Yo diría que fue más el escándalo y la purga no fue tan larga ni tan abundante. Yo esperaba que cayéramos muchos más en la enfermedad. Está bien que la vida es muy importante y el que falta es muy importante, pero al final todos nos vamos a morir.

– Esta etapa de la enfermedad mundial me conmovió, me paró, me sentó, me hizo recapacitar, y con eso me quedo. Creo que fue una alarma para despertar. Sucede que uno siempre está vivo, pero permanece dormido, como anestesiado. Como que ignora el gran potencial que tiene para levantarse y actuar, y para conmover al mundo, para volverlo un poco más habitable, más amable, más sustentable, pero sobre todo para salir en ayuda de los demás. Vivimos como Lázaro, que no estaba muerto. En mi caso, haría como Leonardo da Vinci, a quien si le dieran otra media hora por fuera de la tumba haría diez cosas más grandes que La Gioconda o Mona Lisa, algo más impactante, no retornaría a perder el tiempo durmiendo. Así debemos estar luego de este letargo por la enfermedad, listos para salir a reventar el mundo, a mostrar que sí estamos realmente resucitados. A gritarle a la humanidad que vamos a aprovechar nuestra resurrección, a hacer otras cosas, de todo un poquito y mejor.

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