EL PRECURSOR O LA REIVINDICACION DEL INTELECTUAL REVOLUCIONARIO (I)

Por:  Andrés Olivos Lombana

El bicentenario del fallecimiento de Antonio Nariño y Álvarez, que se conmemora el 13 de diciembre de este año, se nos presenta como una ocasión propicia para debatir en el tiempo presente sobre la historia y el rol de los ciudadanos frente a la construcción de la democracia y el cultivo de los Derechos Humanos.

    A manera de introducción, y como un observatorio previo, enunciaré brevemente algunas consideraciones básicas para orientar la perspectiva historiográfica, y en relación con las conmemoraciones.

  • La Historia social y la Acción colectiva

Para responder al propósito de una mayor comprensión y reconstrucción de la historia, es necesario situar a los personajes y personalidades en el contexto de la historia social y en el escenario de la acción colectiva.

  • El tiempo de la historia

La historia desde hace algún tiempo se liberó del pasado. Como todo verbo, se conjuga en los tres tiempos, y el verbo de la Historia, o mejor aún de la historiografía, es el verbo actuar; un verbo que inicia y termina su conjugación en el presente.

  • Ciudadanos y protagonistas de la Historia

Los historiadores, como los demás intelectuales, son también ciudadanos que, siguiendo las enseñanzas del maestro Lucien Febvre, deben antes que todo vivir la historia, como mujeres y hombres: albañiles del presente.

    Para una mejor explicación de este asunto quiero invitarlos a escuchar a don Arcadio; un hombre mayor, interlocutor y baquiano, guía y conocedor de los municipios de la Sabana de Bogotá. Y le pregunto: Para usted, don Arcadio, ¿cuáles son las mujeres y los hombres más importantes?

“Todos somos importantes, responde don Arcadio, pero como usted pregunta cuáles son los más importantes, yo le contesto que para mí son importantes:

  • las mujeres y los hombres que actúan en la historia con amor, solidaridad, justicia y libertad;
  •  las mujeres y hombres que no sólo están en la historia, sino que se comprometen trabajando como cultivadores de la historia; e
  •  importan las mujeres y los hombres que se comprometen con la defensa del tiempo en la historia”.
  • ¿Para qué las conmemoraciones?

Además de los actos del  protocolo de rigor, conmemorar significa hacer memoria, volver, buscar, deconstruir y reconstruir a través del  pensamiento y en el ejercicio de la reflexión colectiva. Pero al decir esto aún no hemos dado la respuesta a la pregunta.

    Podría entonces responderse que las conmemoraciones sirven o se presentan como:

  • Oportunidades para reexaminar la historia y nutrir su prospectiva;
  • Posibilidad de combatir el olvido reivindicando el conocimiento historiográfico como un instrumento vivo para la comprensión y transformación del presente; y
  • Ocasión para revisar la enseñanza y el aprendizaje de la historia.

Para entender el legado político revolucionario de Antonio Nariño es necesario previamente tener en cuenta las cinco etapas que se pueden establecer durante sus cortos 58 años de vida (1765 – 1823) para contribuir al análisis y comprensión de los procesos de crisis y continuidad en el devenir de sus combates como intelectual revolucionario:

  • El criollo ilustrado (1765-1793);
  • Conspirador (1794 -1810);
  • Ideólogo y estratega (1810 – 1814);
  • Coloso ante el infortunio (1814 – 1820); y
  • Combatiente hasta el final (1820 -1823).

Expuesta la introducción anterior, en dos ediciones posteriores de El Observador abordaremos los siguientes temas relacionados con el pensamiento y la acción revolucionaria de Antonio Nariño:

El precursor, o la reivindicación del intelectual, y

El legado político vigente: Derechos humanos y Democracia.

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