LA ODA AL VACÍO DE LEÓN DE GREIFF

Por: Carlos Luis Santos*

Francisco de Asís León Bogislao de Greiff. Se distinguió por su lirismo simbólico, sarcástico, imaginativo y musical. Popular entre los poetas e ignorado por el lector común, vivió casi siempre en Bogotá, donde frecuentó sucesivas generaciones de bohemia y de vanguardias.

Nace en Medellín, el 22 de julio de 1895 y muere en Bogotá, el 11 de julio de 1976. Conocido como León de Greiff, uno de los más destacados poetas colombianos del siglo XX. El barroquismo y la singularidad de su estilo lo situaron entre los más influyentes vanguardistas de América. 

Como vanguardias se denominan los movimientos artísticos y literarios del siglo XX, surgidos a la par en Europa y Latinoamérica. Estas corrientes se caracterizaron por tener un carácter fundamentalmente experimental, crítico e innovador, que transformó profundamente a las ideas mismas. En sus obras es palpable la influencia de los principales poetas franceses del siglo XIX Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Mallarmé. Sus dos primeros libros, Tergiversaciones y el Libro de los signos, contienen poemas famosos. Aquí unos versos, de uno de los más bellos poemas.

Juego mi vida, cambio mi vida,

de todos modos

la llevo perdida…

Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,

la dono en usufructo, o la regalo…

El juego contra uno o contra todos,

la juego contra el cero o contra el infinito,

la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,

en una encrucijada, en una barricada, en un motín;

la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,

a todo lo ancho y a todo lo hondo

—en la periferia, en el medio,

y en el sub-fondo…—

En León de Greiff, la vida y la muerte constituyen permanente interés, con toda la gama de manifestaciones, desde el gozo pleno a la desesperación más absoluta, pasando por el tono melancólico y triste de los estados anímicos ordinarios. El día, la noche, la luna, completan el círculo con que se inicia y culmina la vida. La presencia de la muerte en la lírica degreiffiana está marcada por el más rotundo nihilismo; en este sentido se puede clasificar como un existencialista, en la línea de Heidegger y Sartre, aunque están claras su libertad como autor y su autonomía como artista. En muchos versos manifiesta pasividad, decepción, desencanto. La muerte, concebida como el ‘caos profundo’ o el ‘vacío inmenso’, resulta de un patetismo doloroso. El anhelo de sumirse en el vacío absoluto es consecuencia de la soledad y el aislamiento que busca el poeta con ferviente deseo. La proyección amorosa está muy reprimida en su obra; a cambio late como constante vital la fuerza del amor sensual y sexual. Sobre la muerte, De Greiff la considera punto final y colofón de la vida, lejos de cualquier doctrina religiosa que prometa una existencia distinta de la actual; solo hay la nada absoluta, el quietismo total.

*Economista de la U.Nacional de Colombia. Magister en Planeación Económica, U.Santo Tomás. Especialización en Estadística Social. Actualmente estudia Literatura. Docente en talleres de poesía del Instituto Municipal de Cultura y Turismo, Cajicá.

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