Opinión. La Columna del Capi. Por: Capitán de Bomberos Álvaro Farfán Vargas. Foto de referencia.

A través de la historia en nuestro país la misionalidad de los Bomberos se ha venido posicionando como un servicio público esencial que está a cargo del Estado, en donde este por norma y para garantizar la prestación del mismo, lo puede hacer de manera directa o por medio de la generación de convenios o contratos con instituciones de naturaleza privada como lo son los Cuerpos de Bomberos Voluntarios, quienes poseen una estructura interna organizacional reglamentada por la Ley, Decretos, Resoluciones y por sus propios estatutos.

Esta dinámica ha generado situaciones atípicas y algo complejas, en la mayoría de las ocasiones por tratar de dar un cumplimiento mecánico a una norma sin buscar llegar a fondo sobre una verdadera mejora en la calidad de este servicio, que en la práctica si lo analizamos bien, es fundamental, para preservar la integridad, vida, bienes y medio ambiente de todos los habitantes del territorio nacional, por lo que se podría catalogar dentro de las políticas de seguridad del Estado.

Aunque poco me gusta abordar temas polémicos que hieren susceptibilidades o que generen posibles malas interpretaciones entre mis compañeros, a los cuáles admiro, respeto y valoró cada día más, pienso que las malas vibras que se perciben hoy en día, en varias atmósferas de nuestros contextos sociales bomberiles a nivel nacional, son solo la sintomatología generada como el resultado de varias conductas y dinámicas de comportamiento y organizacionales, que metafóricamente quiero describir como los pecados capitales de los Bomberos de Colombia.

Si bien es cierto que la lista es algo amplia, punzante y de las cuales podría desarrollarse un tratado relacional, voy a abordar de la manera más respetuosa, objetiva, pero reflexiva tanto como me sea posible, algunos de estos pecadillos que considero personalmente hemos incurrido la gran mayoría de una u otra forma, y que se están convirtiendo en la estaca que impide un avance más adecuado de nuestra entidad y por lo cual, a continuación comenzaré a describir así:

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Palabra que proviene del latín superbĭa, es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás, sobrevaloración del yo, respecto de otros, es un sentimiento de superioridad que lleva a presumir de las cualidades o de las ideas propias y menospreciar las ajenas.

Este visto como un comportamiento disfuncional presente en varios niveles piramidales de nuestra organización y en donde algunos de los que estamos investidos de cierto grado de  poder o autoridad, asumimos conductas que pueden subestimar y hacen sentir menospreciados a nuestros subalternos o compañeros, e incluso impiden un clima organizacional sano y dinámico en nuestras instituciones.

La comprensión del liderazgo bomberil debe partir siempre del principio de la humildad, así como de la importancia del trabajo en equipo y de cómo evidenciar este como un generador de un verdadero sentido de pertenencia en nuestro talento humano, en pro del cumplimiento de unas metas y objetivos sociales de nuestras instituciones.

Considero que los títulos, medallas y reconocimientos son valiosos, pero estos deben estar solo presentes en nuestros corazones para impulsar con profunda empatía e inteligencia el mejor desarrollo de nuestras organizaciones y no dejarnos abrumar de egos que se convierten en grilletes pesados para arrastrar por el complejo camino a recorrer.

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Originada en el término latino “convenientia”, integrada por el prefijo de unión “con”, por el verbo “venire” en el sentido de “venir”, y por el sufijo de cualidad “ia”, la conveniencia es la cualidad de ser útil, provechoso y adecuado.

Puede aplicarse en varios contextos y ser sana, o mal sana, de acuerdo al verdadero objetivo al que se aplica, y es aquí en este último precepto, en donde como dirían los abuelos “?? ?????? ?????? ?? ????❞ porque existen comportamientos que trascienden a buscar favorecer intereses particulares y no institucionales como debería ser el verdadero sentido de la conveniencia, en un logro buscado por el beneficio común.

Un ejemplo tan común que se ve a diario, es cuando continuamente nos escudamos en las normas para exigir el cumplimiento de nuestros derechos con apoyo de recursos, pero cuando se nos requiere en nuestro deber de rendir cuentas o de dar transparencia a nuestras dinámicas organizacionales y dar claridad a temas específicos, o cuando los entes de control pretenden supervisar o hacer vigilancia del manejo de nuestros recursos, de forma conveniente nos amparamos en que somos instituciones privadas, con autonomía propia para tratar de evadir estos controles.

En fin, este podría ser tema de un libro descriptivo de los cientos de conductas, decisiones, actuaciones y demás comportamientos basados por conveniencia particulares, algunas de las cuales, nos llevan a temas más delicados y que generarían un mayor revuelo, pero que no sería sano abordar tan de frente, pues el sentido de mi columna no es la de desenmascarar acciones erróneas, ni de lanzar a nadie al agua, por no llamarlo de otra forma, sino por el contrario, dinamizar desde un análisis introspectivo, que nos permita una reflexión general y proactiva.

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En este punto especialmente quiero ser muy cuidadoso y lo más claro posible para no generar malos entendidos o crear un malestar, por una mala interpretación de lo que quiero expresar, ya que no quiero que se tome esto como una connotación negativa o peyorativa, sino por el contrario, tomar a la ignorancia como la carencia de conocimientos o información, tanto a nivel general como específico.

En este sentido, una persona puede mostrar ignorancia sobre algún asunto o materia particular, o sobre un campo completo de conocimientos. La palabra, como tal, proviene del latín ignorantĭa, que significa ‘no conocer’.

Por otro lado, la ignorancia sobre temas específicos es una cuestión común a todas las personas. Todo proceso de aprendizaje parte de un inicial desconocimiento, de modo que, en este sentido, todos somos o hemos sido activamente ignorantes sobre incontable cantidad de temas.

La ignorancia también alude a la condición de aquellos individuos que como resultado de no haber recibido educación o instrucción de ningún tipo o adecuada, son ampliamente desconocedores de una gran cantidad de materias.

De allí que uno de los principales objetivos de todo gobierno sea tener un sistema educativo lo suficientemente eficaz como para erradicar la ignorancia de la población y además, suministrar las herramientas básicas para su adquisición.

La falta de recursos y de logística adecuada en el ámbito educativo, que son necesarias para que los Bomberos de Colombia puedan ascender a unos procesos de formación académicos formales y que no solo sean enfocados estos a la preparación del personal en temas operativos, sino también normativos y administrativos, han llevado a que predomine el empirismo en muchas instituciones a lo largo del país, generando dinámicas poco sanas por los directivos o personal de los cuerpos de Bomberos, lo que genera yerros o dinámicas organizacionales disfuncionales.

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Se define ésta como el incumplimiento de lo que exigen las leyes sociales de fidelidad, el honor y la honradez. La lealtad debe ser en principio y de manera ética, encaminada hacia el bien de nuestras instituciones y en busca de lo que determine para el beneficio común.

Es complejo dejar del lado sentimientos y pensamientos que pueden generar confusión sobre los grados de lealtad, pero nuestra conciencia es la mejor consejera sobre lo que se debe o no hacer. No se puede confundir la lealtad con la complicidad o mucho menos con la alcahuetería.

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Definido este como la actitud de una persona que, generalmente en sociedad, se acomoda a las circunstancias para obtener provecho subordinando, incluso a sus propios principios.

Este pecado sí que se aprecia mucho con algunos, que sin escrúpulos le venden el alma al mismo diablo si es necesario, por obtener algún beneficio, así esa decisión vaya en contra de los principios o los intereses de un grupo o de todo el gremio.

Este pecado transforma a muchos en focas de circo, que aplauden cuanto shows improvisados montan en tarimas de esquina, a la espera de que le lacen una cabeza de pescado como premio por sus alabanzas.

Otros de forma oportunista aprovechan a sus instituciones como fachadas para favorecer transas, negocios lucrativos, personales o familiares, dejando de lado la verdadera vocación de servicio.

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Aunque en principio tener aspiraciones no se podría catalogar como algo negativo, el pecado capital aparece cuando de forma inescrupulosa y sin límites se busca quitar del camino a cualquiera, sólo por el hecho de ser un obstáculo a las ansias de escalafonar un peldaño, a veces sin importar si el viene liderando los procesos lo hace de manera acorde ya que en el fondo simplemente estos son guiados por un sentimiento codicioso de llegar más alto, sin mirar más allá. Recuerda que para brillar no se necesita robar la luz de los demás.

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Mezquino es un adjetivo que define la actitud de una persona ruin o hipócrita que comete acciones que pueden perjudicar a los demás sin hacerse responsable de sus actos.

Sin entrar en detalles concretos, hemos visto muchas veces este tipo de comportamientos en personas que nos aparentan una imagen falsa de lo que son, cuando en realidad son seres oscuros movidos por intereses o sentimientos personales y no institucionales.

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Visto este más como una debilidad general al no establecerse ideales u objetivos en conjunto y en donde se observan constantes divisiones, peleas y luchas sin sentido generando esto posibles impactos negativos organizacionales en las que en su gran mayoría están guiadas por pensamientos caprichosos, egoístas o por intereses particulares que no permiten el logro de metas en común haciéndonos débiles y mucho más vulnerables al no ser evidenciados por la sociedad y entes gubernamentales como una verdadera unidad gremial.

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Como egoísmo se denomina la actitud de quien manifiesta un excesivo amor por sí mismo, y que solamente se ocupa de aquello que es para su propio interés y beneficio, sin atender ni reparar en las necesidades del resto.

Uno de los pecados más comunes y que vemos en cosas tan cotidianas de buscar como primero el beneficio particular antes que el común y que de alguna forma podría describirlo como el primo hermano de la envidia porque todo egoísta es envidioso y todo envidioso también es egoísta.

Pecados que no deben estar presentes entre hermanos de causa y que nos lleva al final de los motivos por los cuáles Caín mato a Abel.

Ser solidarios entre nosotros nos hace mejores y más fuertes además de crear mayores lazos de fraternidad.

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Como dije anteriormente, esta es la prima hermana del egoísmo, por lo que podríamos decir que la envidia es sentir tristeza o pesar por el bien ajeno.

De acuerdo a esta definición, lo que no le agrada al envidioso no es tanto algún objeto o logró en particular que un tercero pueda tener, sino la felicidad en ese otro.

Pecado que genera sentimientos negativos en los envidiosos y que hace a estos querer robar a los otros esa felicidad a como dé lugar, pero que también nubla al envidioso para el logro de sus propios objetivos sin necesidad de ambicionar los triunfos de los demás.

Un envidioso nunca será feliz y por el contrario puede ser tu peor enemigo o contradictor.

Un verdadero hermano de causa siempre se alegrará por los logros obtenidos por los demás.

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Este último pecado no es el menos importante, pero sí el más común socialmente siendo aquel en el que hemos incurrido la gran mayoría en varios momentos de nuestras vidas y que ha divido grupos, familias, destruido amistades, dañado relaciones y hasta generando guerras.

Definido por los académicos como una murmuración, cuento sobre alguna noticia o situación verdadera o falsa para dañar a alguien.

En este siempre están las intenciones oscuras de las lenguas viperinas, cuyo propósito es dañar, destruir o dividir, pero que necesita de la ayuda de cómplices de poco pensamiento analítico, pero con lengua de loro para repetir de forma irracional lo que se escucha y así hasta esparcirse este de forma pandémica en las mentes de los incautos, crédulos que no verifican la realidad de la información y la asumen como verás, generando en ellos juicios de valor contrarios a la verdad.

Estos son algunos de los muchos pecados capitales que debemos estar identificando constantemente y de manera objetiva para evitar seguir en este círculo vicioso que impide que podamos consolidarnos como una entidad sólida, con proyección a futuro, en un país que requiere de un conglomerado de gente buena, con verdadera vocación de servicio y empatía por los demás.

Siempre lo he dicho, los buenos somos más, pero infortunadamente en la mayoría de las ocasiones los malos se organizan mejor. Marcar adecuadamente el rumbo depende de identificar nuestros errores y de generar alternativas de cambio, sabiendo que somos humanos con muchas imperfecciones, pero que si decidimos asumir la misión de ser Bomberos, esta no solo debe ser asumida como una profesión, sino además como un estilo de vida marcado por sacrificios, amor, entrega, vocación y responsabilidad; en pocas palabras, asumirla como un apostolado que nos obliga a sacar lo mejor de cada uno de nosotros para poder servir a los demás.