El dulce legado de la familia Cabrera: 60 años de Helados San Jerónimo
En Zipaquirá, hace seis décadas, una madre amorosa, doña Asceneth, comenzó a crear helados de fruta para deleitar a sus hijos y allegados. Este sencillo gesto familiar se transformó en una icónica marca colombiana: los helados San Jerónimo. La historia de esta empresa familiar es un ejemplo de perseverancia y pasión por la calidad.
El nacimiento de Helados San Jerónimo se remonta a 1965, cuando Gustavo Cabrera, el patriarca, adquirió un terreno en el kilómetro 28 de la vía de Bogotá a Cajicá. Allí, junto a sus cinco hijos, empezaron a vender estos helados, hechos con fruta fresca y sin aditivos químicos, convirtiéndose en un éxito instantáneo.
A pesar de los desafíos financieros en los primeros años, la visión optimista de doña Asceneth mantuvo a flote el negocio. Su convicción de que los clientes acudirían en masa se hizo realidad con el tiempo. En 1992, Helados San Jerónimo fue galardonado con el premio internacional a la calidad en alimentos y bebidas en Barcelona, España.
Lo que distingue a estos helados es su apego a las recetas originales, preservadas por la familia Cabrera Baquero. El logo distintivo, inspirado en una anécdota familiar, y su forma cuadrada son reconocidos en todo el país. Con una amplia gama de sabores, desde clásicos como chocolate hasta exóticos como feijoa, los helados San Jerónimo son un símbolo de tradición y calidad.
Hoy en día, la marca continúa siendo una de las más destacadas en Colombia, gracias al liderazgo de Gustavo Jesús Cabrera, quien lleva con orgullo el legado familiar. Helados San Jerónimo es un recordatorio de que las empresas nacen del amor y la dedicación de las familias, y que su fortaleza perdura en el tiempo.