Especial: Se cumplen 30 años de la firma de la Constitución de 1991

Diseño: Alexandra Ávila. @vivetumagia.

El 4 de julio de 1991 hace ya 30 años, concluyeron las labores de la Asamblea Nacional Constituyente y ese día se llevó a cabo el acto de firma de los constituyentes y juramento de sus presidentes (Álvaro Gómez Hurtado, Horacio Serpa y Antonio Navarro Wolf). Aunque la vigencia de la Constitución empezó el 7 de julio, día en que el texto se publicó en la Gaceta Constitucional.

De acuerdo con el portal elpais.com.co fueron en total 70 miembros los que integraron la Asamblea Nacional Constituyente. Los integrantes iban desde expresidentes de la República hasta deportistas, líderes sindicales e indígenas, intelectuales y periodistas. Elegidos por voto popular.

Con motivo de esta conmemoración ELOBSERVADOR.COM.CO consultó al historiador Humberto Tequia Porras quien nos envió el siguiente aporte:

TREINTA AÑOS DE ALGO QUE LLAMAMOS CONSTITUCION

Cuando el 4 de julio de 1991, la televisión nacional registraba como tres hombres, los presidentes de la asamblea nacional constituyente: Horacio Serpa, Álvaro Gómez y Antonio Navarro: ubicados en orillas ideológicas opuestas, pero compañeros en la construcción del nuevo orden constitucional, proclamaban el nacimiento de una Nueva Constitución Política, para Colombia, la cual buscaba mostrar al mundo su concordancia con los vientos de cambio que soplaban, en el llamado Nuevo Orden Mundial.

El aleluya de Hendel y los aplausos que se extendían por el salón elíptico del capitolio nacional, así como en el corazón de millones de colombianos. Se abría un camino de esperanza hacia la consecución de la anhelada Paz. Sin embargo, el tiempo nos aterrizó y nos mostró que al igual que en la constitución de 1821, 1863, 1886 o el cacareado plebiscito de 1957. Fueron más las expectativas que las realidades, porque hoy a treinta años de la proclamación de la constitución de 1991, estamos sufriendo el mismo país de las décadas de 1940 0 1980.

Cada generación, cada gobierno, cada grupo al margen de la ley, cada movimiento social, cada grupo político que han surgido a lo largo de nuestra historia, se han autoproclamado del cambio. Sin embargo, ese cambio ha llegado en los nuevos círculos de poder que se tejen, de acuerdo a intereses propios de cada grupo y cada época. Pero no en el entramado social. Hoy como el movimiento de la séptima papeleta, o los estudiantes que marcharon contra Rojas o los artesanos que propiciaron una escaramuza, llamada guerra civil, en medio de las reformas liberales del medio siglo, en la centuria del siglo XIX. Todas esas voces se han alzado, han hablado de privilegios, derechos y reivindicaciones, pero hoy, al igual que ayer, ninguna ha aportado para la construcción de una verdadera nación.

Hoy celebramos treinta años de una constitución, que no se ha podido ejecutar, pues la ‘transformitis’ de más de 30 actos de reforma, solo ha hecho que nuestra constitución sea una colcha de retazos mal cortados y patéticamente cosidos, reflejando lo que han sido, son y probablemente serán los idearios de líderes políticos y sociales, de nuestra maltrecha patria.

Los años pasan, pero los corazones, las ambiciones y el deseo de protagonismo no cambian. 30 años de un documento que carece de contenido jurídico, político, económico y social. Hoy el mundo debe mirar cómo se celebra, lo que una sociedad que se presume de civilizada no debe hacer.

La décima sexta Constitución Colombiana

También se consultó al Veedor de patrimonio de Cajicá, Hernando Villa, quien nos explica parte de la historia del de la actual carta magna colombiana:

Conmemorando el trigésimo aniversario de la expedición la Constitución de 1991, para entender cómo nació la idea de reformar la Constitución de 1886 hay que remontarnos a finales de los ochenta y principios de los noventa, tal vez una de las épocas más crueles de los carteles de la droga, que dominaban el territorio nacional, en especial el cartel de Medellín, que desato una guerra frontal contra el Gobierno, bañando de sangre inocente gran parte del territorio.

El presidente Virgilio Barco en 1989 presentó una propuesta de reforma a la Constitución, pero el proyectó se hundió en el Congreso tras encendidos debates a favor y en contra de la extradición, a raíz de este acontecimiento comenzó a consolidarse un movimiento de opinión pública a favor de revisar la Constitución del 1886, después de varios intentos infructuosos apareció una campaña estudiantil originada en universidades públicas y privadas encaminada a promover la séptima papeleta en las elecciones de marzo de 1990, una opción no vinculante de apoyar u oponerse a la convocatoria de una asamblea nacional constituyente, el objetivo se logró. 

Ya que aunque no fue oficial, el conteo registró más de 2 millones de papeletas a favor -de 7.6 millones de votantes que acudieron a las urnas y de 13 millones de votantes habilitados-. Ante la importancia de los resultados, la corte suprema avaló una consulta formal en las siguientes elecciones presidenciales del 27 de mayo de 1990. En esa consulta el 86% de los votantes se pronunció a favor.

Ahora que, si es la Constitución que queríamos o no, es difícil  opinar en pocos renglones, lo cierto es que, si va en mejor dirección que la anterior, se ganó en libertades individuales y colectivas, participación ciudadana, defensa de los derechos humanos y fundamentales, hoy la tutela sin duda se erige como el mejor mecanismo en defensa de los derechos ciudadanos.

Con seguridad hay muchos temas por ajustar, pero reformarla en este momento sería a mi juicio fatal, la polarización que vivimos daría paso a una batalla campal con resultados que podrían ser funestos, cabe recordar que la Asamblea Constituyente fue conformada por grupos minoritarios, no hubo grupo mayoritario que la liderara hasta el punto que la presidencia fue colegiada de tres miembros, dos de las fuerzas tradicionales y uno por el desmovilizado M19.

Redacción EL OBSERVADOR.

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