Opinión: Lecciones del primer año de la pandemia

OpinólogoPor: Luis Eduardo Mercado Espitia

Twitter: @lemer1976

A un año de haberse conocido el primer caso de Covid – 19 en Colombia y de haberse tomado la decisión de una cuarentena obligatoria, aun se sigue teniendo los efectos de la llegada de la misma, que pese a existir una vacuna, parece no querer parar, y aun con los anuncios de seguir los protocolos de bioseguridad y las discusiones de si debe o no tener alternancia en la educación el miedo colectivo sigue.

Una de las cosas que más ha llamado la atención durante este año de cuarentena fue la dosificación de la misma, pues esta se fue ampliando cada dos meses de acuerdo a los criterios del presidente. Fueron momentos de impaciencia, angustia, estrés, desespero, pero también de unidad familiar, de búsqueda de lo espiritual, entre otras. Durante este año de pandemia en Colombia cambiaron muchas, también sucedieron otras tantas y se descubrieron ciertas realidades.

El trabajo, aun cuando se dijo que nadie quedaría sin trabajo, muchas empresas hicieron caso omiso, y muchos fueron despedidos. Trabajar desde la casa fue todo un desafío, cumpliendo horarios en reuniones virtuales y trabajando más horas de las que se acostumbra a hacerlo en la oficina. Muchos haciendo labores hasta las 11 o 12 de la noche y sin reconocimiento para el pago de la red wifi y ningún otro servicio doméstico.

Otra realidad que cambió fue la de las clases virtuales. Con esta nueva modalidad se pudo ver como se desnudó la realidad del sistema educativo en Colombia, tanto oficial como privado, al igual que la educación superior. La pandemia fue y es una realidad que llegó sin avisar, pero obligó a las instituciones educativas en general a replantear o a reinventarse. Algo que se puede rescatar de todo este proceso es que los padres de familia empezaron realmente a ser parte activa en el proceso enseñanza aprendizaje, esto en cuanto a la escuela se refiere. En el caso de los universitarios cabe resaltar que las clases no fueron lo más amenas posibles, y eso es porque la educación virtual es totalmente diferente a encuentros sincrónicos, y se entiende porque en Colombia pocas universidades ofrecen la modalidad virtual. Una cosa es la virtualidad y otra el uso de los canales virtuales para la educación.

La salud no se quedó atrás, pues entró en la modalidad de la tele consulta. En este país la salud no es que tenga los mejores comentarios ni que sea el mejor sistema del mundo. Si presencialmente el médico no le veía el rostro al paciente por estar llenando formatos en una plataforma, uno no alcanza a dimensionar como sería todo esto en una video llamada, que en ocasiones ni siquiera se efectuaba por parte de la IPS.

En un año de esta pandemia se pudo acostumbrar el pueblo a ver el programa de prevención y acción de la presidencia de la república, en el que parecía estar en campaña, pues prometió un subsidio que equivaldría a un salario mínimo los primeros tres meses, y luego sería medio salario y lo que se dio a los colombianos fue un subsidio de $480.000 dividido en tres giros de $160.000 y se prevé que para este año será de $320.000.

La pandemia dio para mucho en Colombia. La situación de orden público se agudizó en el sur del país, las masacres continuaron, al igual que las muertes de líderes sociales, ambientalistas e indígenas, la corrupción no cesó… pero hay algo que quedó claro en medio de esta pandemia y es que la tierra respiró por unos meses, se pudo volver el rostro a Dios y se pudo comprender que la vida es más importante que las cosas materiales, que el dinero no compra la salud, y que el ser humano es más vulnerable de lo que se creía. Se sigue en pandemia a pesar de la esperanza de la vacuna, pero mientras todos nos inmunizamos hay que seguir esperando que esta pesadilla llamada pandemia.

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