El retorno a las clases en medio de la pandemia
Por: John Olimpo Ávila B. *
La reapertura educativa en medio de la crisis más aguda ocasionada por la creciente expansión de los contagios por el Covid-19, ha puesto al desnudo que la educación está lejos de ser un asunto importante para los gobernantes que actualmente padecemos en Colombia. Aunque suelen decir lo contrario, los hechos demuestran que lo educativo no les importa, así como tampoco les interesan los derechos humanos, el cuidado de la salud y la protección de la vida.
En los instantes más críticos de la pandemia en el 2020, al lado de los gobernantes que tenemos en este país, varias voces entonaron al unísono un discurso, ya desgastado, decretando el fin de la escuela y del profesorado, anunciando su reemplazo por la virtualidad, por las diferentes opciones de modalidades educativas a distancia apoyadas con el uso de las tecnologías digitales y de la Información y la Comunicación.
Ahora, en medio de la peor crisis sanitaria por la presencia de los picos de contagio más altos de la pandemia, esas mismas voces, en un giro que quieren hacer pasar como desprevenido, claman a gritos por un reinicio de la escolaridad presencial; de hecho, los primeros pasos dados en ese retorno a la presencialidad dejan grandes sinsabores y la evidente demostración de un actuar gubernamental abiertamente irresponsable e improvisado.
Hace un año, lo presencial era sustituible; ahora, lo presencial es imprescindible. En apariencia se trata de una contradicción, pero no lo es, simplemente es el descaro de cambiar de una postura por otra totalmente contraria, sin ningún tipo de rubor o remordimiento. Lo auto-opuesto no es del todo una contradicción. Es un giro en el discurso que, a pesar de ser de 180 grados, mantiene una misma concepción: la de una educación al servicio de la economía de mercado y despojada de su posibilidad pedagógica de ser constructora de humanidad.
El cambio de postura solo es un leve cambio de táctica. Sin embargo, ese giro derrumba esa tramoya de aparente planificación y falsa precisión. Más bien devela que predominan los intereses por los negocios inmediatos y mezquinos (como el transporte escolar y el plan de alimentación escolar (PAE) favoreciendo únicamente a numerosos contratistas en varias entidades territoriales). En fin, reina la necropolítica, su aporofobia y su desprecio por las vidas ajenas.
(Este artículo hace parte de la Edición Nº 74 a la venta YA)
*Pedagogo y Magíster en Educación. Exdirector y asesor del Centro de Estudios e Investigaciones Docentes de la Federación Colombiana de Educadores (CEID FECODE). Asesor del Comité Editorial de la revista Educación y Cultura. Impulsor del Movimiento Pedagógico.
@JohnOAvilaB1