María Angélica Gómez López, candidata a la Cámara de Representantes por el Partido Verde “Queremos marcar la diferencia, en cuerpo  propio, sin hacerle la vuelta a otra persona”

Foto: EL OBSERVADOR/ Edilberto Devia.

En EL OBSERVADOR pensamos, soñamos y nos atrevemos a hablar con la gente, a base del respeto, y de una buena taza de café. Hoy, con María Angélica Gómez López.

Esta joven lideresa política reside en Cajicá. Cursó Administración Pública en la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior (CUN). Estudió en la Universidad de Cundinamarca. Hizo un diplomado en procesos administrativos en la Universidad de La Sabana. Su Partido: Alianza Verde.

Julio León R. Director de EL OBSERVADOR (EO): ¿Quién es usted mujer cabeza de familia, y políticamente?

MARÍA ANGÉLICA GÓMEZ L. (MAG): Soy una mujer cajiqueña de 39 años, madre de Sara, de Daniel y de Juana, y he tenido que sacar una familia adelante en un contexto de país como lo es Colombia con los retos como los de una familia que tiene que rebuscarse la comida, el trabajo, el estudio, y sacar sus hijos adelante. Fui mamá muy joven a los 16 años, entonces todo mi proceso ha sido esa búsqueda constan-
te de buscar oportunidades que nos den una mejor calidad de vida.
Todo esto me sirvió para entender que esta no puede ser la constante de la ciudadanía, la educación no debe ser un privilegio debe ser una oportunidad. Una familia con educación mejora sus posibilidades de ingresos, mejora su entorno su calidad de vida.

Estoy firmemente convencida de que invertir en las mujeres es transformar a la ciudadanía, si una mujer tiene educación sus hijos también van a mejorar su rango educativo, van a tener mejor salario y las mujeres, si tenemos mejores ingresos, invertimos en nuestra familia.

EO: ¿Cómo hace una mujer para incursionar en política cuando es un espacio históricamente reservado
para los hombres?

(MAG): Hay una deuda histórica al reconocimiento y aporte que las mujeres han hecho en esta construcción de nación. Tiene que ver con cómo los hombres se desempeñan históricamente en lo público y las mujeres en lo privado. Antes, para nuestras abuelas y nuestras madres, el hombre era el proveedor, el trabajador, el líder, y a las mujeres siempre nos decían: “usted tiene que ser muy de la casa, muy de lo doméstico”. Es así como incursionar en política ha sido todo un reto. Hay tres preguntas que siempre hacen aún en el Siglo XXI: Primera, ¿usted qué estudió? A una le tienen que validar su formación y su conocimiento. Nosotros vemos políticos, incluso congresistas que solo son bachilleres, en cambio a las mujeres siempre nos toca reafirmar que sí tenemos la capacidad y la formación para hacerlo.


La segunda pregunta: ¿Quién es tu padrino? ¿quién te financia, quién es el poder detrás del poder? Hemos visto cómo algunas mujeres que participan en política no lo hacen por un liderazgo propio, sino que es por ser la esposa de, la hija de, la hermana de, la cuota de, no por un proceso y un liderazgo propio de un andar, de una historia, de un camino, sino porque representan una estructura. El liderazgo femenino se presta para seguir replicando lógicas que no buscan fortalecer la participación de las mujeres, sino que las usan como ficha de quitar y poner.


La tercera pregunta es ¿Quién te cuida los niños? “deberías estar pendiente de ellos”, eso es segregacionista. ¿Por qué a los hombres no les preguntan?, porque ellos tienen la seguridad de que mientras están allí hay alguien en casa que se encarga de lo doméstico. Hacer política como mujer madre cabeza de familia se ha convertido en un reto, sobre todo un orgullo, porque a mí me ha tocado andar con mis hijos en la política. Ellos hoy son ciudadanos formados con criterio y participan en las decisiones y en la construcción de lo público.

EO: Una persona como usted, con buenas intenciones, un trabajo reconocido y honesto como el suyo, ¿Qué va hacer en un Congreso permeado por una clase política corrupta?

(MAG): El Congreso tal vez es la institución con menos prestigio para la ciudadanía, pero curiosamente allí es donde se tramitan las grandes leyes, las grandes decisiones, se busca el presupuesto general, se vota el plan de desarrollo. Mientras sigamos siendo minorías en el Congreso difícilmente vamos a poder avanzar a un gobierno de cambio. Todos queremos y necesitamos posicionar más líderes como yo y como muchas otras personas, que creemos en que las cosas sí pueden cambiar, en que hay que hacer un buen control político, minorías que le hable a la ciudadanía y no a los intereses de unos pocos, que rindan cuentas, que tengan en el foco la transparencia, pero sobre todo la vocación de servicio a la comunidad.

EO: Todo parece indicar que el país va a estar en manos de un caudillo con una mayoría de legisladores en el Congreso. ¿Qué piensa sobre eso?

(MAG): Se ve que parte de las fuerzas alternativas le están apostando a un 55% de recomposición del Congreso, donde no solamente la Colombia Humana o el Partido Verde o el Pacto Histórico o un partido específico va a tener un porcentaje específico. Entonces, lo primero es apostarles a los procesos alternativos para que tengan representatividad y logren llegar a las curules. Nosotros queremos llegar al poder. Ahora bien, que lleguen muchos más como nosotros nos va a permitir ese equilibrio, esa
separación, esa diversidad, esa democracia y esa representatividad frente a un gobierno que claramente, como usted lo detalla, muestra una profunda crisis de liderazgo en nuestro país.

EO: ¿Quiere contarme con nombre propio a quiénes de Cundinamarca usted no querría encontrarse en la Cámara de Representantes?

(MAG): Puedo decirlo tranquilamente: de la representatividad de los siete congresistas que hoy encarnan la bancada de Cundinamarca no me gustan sus formas. Ya cumplieron un ciclo político y su actuación allí no corresponde a lo que espera la ciudadanía. José Caicedo, más conocido como “el pájaro” ya cumplió su ciclo político. Me parece un abuso, incluso con sus mismos equipos donde hay tanta gente preparada, que ha dedicado su vida a lo público, a lo social y no puede llegar al Congreso. En su lugar, él decidió dejar a su hijo sin méritos, sin trabajo, sin trayectoria y lo puso ahí porque es su negocio familiar llegar al gobierno. No podemos legitimar más lo mismo, la renovación tiene que ser con nuevas voces, nuevos actores políticos. Entonces él no me gusta. No me gusta Betty Zorro, quien a pesar de ser la única mujer en el Congreso por Cundinamarca le ha quedado debiendo a las mujeres cundinamarquesas más gestión, más impulso, más apoyo. Creo que el de Óscar Sánchez ya es su tercer periodo. Pienso,
y lo socializamos en la consulta anticorrupción: son máximo tres los periodos de una de elección popular.

En el Congreso, Cundinamarca no tiene mucha gestión o la bancada cundinamarquesa no luce por traer grandes proyectos de infraestructura de obras, de mejoras, si no que se vuelve en el ejercicio parlamentario muy plano. Entonces, a mí estas personas que llevan tanto tiempo allí no me gustan. Vemos el caso de Buenaventura León, quien actúa en cuerpo ajeno, cuando ve que la curul se le complica por su partido el Conservador, pone a su esposa en otro partido. Esas prácticas me generan profunda desconfianza, solo se quieren perpetuar en el poder, pero no representan nada. Nosotros creemos en la renovación, queremos ser la diferencia en la bancada alternativa siendo la curul del Verde. Me parece chévere que el Partido Conservador se renueve, creo que la apuesta que tiene Julio Roberto allí es la más visible. En el Partido de la U vemos al congresista Alejandro Linares que es interesante. Pienso que la gente del Pacto Histórico merece estar en esta bancada cundinamarquesa. Entonces, opino que sí hay nombres, que hay con quién renovar, pero esto solo lo hacemos con el poder de la ciudadanía.

REDACCIÓN EL OBSERVADOR.

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