Cajicá, municipio en ruinas

Por: Hernando Villa A.

Para esta edición presento una pequeña muestra de inmuebles con arraigo colectivo por su valor patrimonial, arquitectónico y cultural, hoy en ruina o en el lento proceso para llegar a serlo.

Hospital Jorge Cavelier

“Primer centro de salud en Colombia” se lee en comunicación emanada por la Secretaría de Planeación; en cualquier parte del mundo sería orgullo nacional, en Colombia es una ruina amenazante para la vida, qué ironía, cómo entender a la administración pública y a la ciudadanía cajiqueña, en especial, sus raizales como suelen llamarse, palabra que no comparto, en permitir que lo más preciado en términos patrimoniales a nivel nacional, hoy ni siquiera se menciona como bien de interés cultural, ¿Qué respuesta tienen quienes han tenido en sus manos el destino del municipio?

Casa Ospina

Inmueble de conservación arquitectónica mediante Acuerdo 16 de 2014, su propietario el Banco Popular lleva más cinco años burlando a la administración municipal y a la ciudadanía cajiqueña. En respuesta a la pregunta de la Veeduría de Patrimonio Natural y Cultural de Cajicá, en diciembre 2019, la Secretaría de Planeación respondió “… desde el mes de noviembre de 2017 se solicitó al Banco Popular como titular del inmueble, distinguido como “Casa de la familia Ospina”, la puesta en marcha de un Plan de Contingencia para realizar las obras conducentes a la conservación, mantenimiento y reparación del inmueble en mal estado o en amenaza de ruina, con el fin de regresarlo a su estado original y para que no implique riesgo a sus moradores y transeúntes”. Solo finalizando 2021 se vio personal maquillando superficialmente la fachada, nada que ver con la reparación que necesita el inmueble. Señor alcalde, señores concejales, señor secretario de Planeación, señor inspector de Policía, ¿Hasta cuándo el Banco Popular hará lo que le viene en gana?

Casas de la Cultura 1 y 2

Cerraron sus puertas hace más de un lustro, dejando una estela de nostalgia; niños, adolescentes y personas mayores abandonaron el lugar, solo queda el eco del piano, el tiple o la bandola, el arpa y los capachos, el acordeón y las maracas, el olor a pintura o plastilina; cada día el deterioro es mayor. En mayo de 2021, la Secretaría de Planeación, luego de explicaciones a la Veeduría de Patrimonio terminó afirmando “A la fecha esta Secretaría está en la consecución de los recursos para poder iniciar la contratación de dichos estudios y diseños”. ¿Cuándo será, señor secretario?

La Estación del Tren

Construcción republicana de 1926, en cuatro años cumplirá 100. Este inmueble declarado Bien de Interés Cultural a nivel nacional en 1996, en el que hasta hace unos seis años funcionaron puestos de artesanos, hoy son oficinas públicas cerradas los días de afluencia turística, mientras por lo regular, por no decir que la totalidad de las estaciones férreas declaradas bienes de interés cultural nacional están convertidas en espacios para disfrute ciudadano todo el tiempo.

De otro lado, el tren que paraba en Cajicá con turistas, hoy pasa de largo dejando tan solo el ruido de su máquina; su deterioro es verdaderamente vergonzoso, otro bien, camino a constituirse en ruinas.

Cerca o colindantes con los inmuebles nombrados existe un buen número que van por la misma dirección sin que a nadie le interese, se han expedido licencias de construcción cuestionadas por atropello a la conservación patrimonial, la ciudadanía y la administración deben llegar a un consenso sobre lo mejor para la zona céntrica del municipio; de no hacerlo, Cajicá se convertirá en una población poco atractiva para el turismo en todas sus formas e invivible.


Los bienes nombrados están ubicados a lo sumo a 200 metros de la Alcaldía, el Concejo Municipal, la Secretaría de Planeación, la Personería Municipal y la Inspección de Policía, entidades encargadas de una u otra manera de su protección, mantenimiento y conservación. Entonces, cabe preguntar ¿cuántos alcaldes, concejales y funcionarios municipales han contribuido con su ineficacia al desastre patrimonial? O los une un interés común encaminado a destruir el patrimonio inmueble del municipio; algunos se ufanan de llevar años sirviendo a la comunidad cajiqueña, cínicos, pero, además, nos tildan de intrusos a quienes recién llegamos con ánimo colaborativo ¡descarados!

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