¡Creemos en la resocialización!
Por Adriana Rincón Forero y Juan Pablo Moncada.
Angie Lozano de 26 años, es una de las tantas mujeres pospenadas en Colombia que deben enfrentarse a las complejidades que representan retornar al mundo laboral. FunMarca es una organización sin ánimo de lucro que busca dignificar la vida productiva de esta población, brindando capacitaciones y asesorías para las mujeres de la Cárcel y Penitenciaría el Buen Pastor de Bogotá.
El Buen Pastor de espaldas
Después de varias horas finalmente la lluvia dio tregua, dejando a su paso un delgado espejo de agua que limpió la superficie gastada de las baldosas de distintos tonos terracota, algunas no son más que fragmentos que aún resisten el paso del tiempo y el caminar constante de tantas mujeres privadas de la libertad en Colombia. El patio número cinco custodiado por la imagen de Jesús el buen pastor, se convierte en un enorme tendedero de pijamas y ropa de diario, que recibe los rayos de sol que logran colarse por los techos descubiertos de esta cárcel de mediana y alta seguridad, ubicada en Bogotá en la carrera 58 con calle 80, justo en medio de la Escuela Militar y de un conjunto residencial.
De las misioneras del Buen Pastor, a la administración del INPEC han transcurrido 129 años, su sede actual es una estructura construida a mediados del siglo XX, carcomida por la humedad y el óxido. Esta institución, al igual que otras, es el reflejo del hacinamiento que se presenta en las cárceles colombianas.
Un asunto de familia
En una casa de color rojo vivo, con puertas y ventanas blancas ubicada en el barrio la Coruña de Ciudad Bolívar, vive Angie Lozano, una joven de 26 años cuya vida cambió abruptamente el 5 de octubre del 2016. En ese entonces vivían en Bosa y contaban con vivienda propia, sus padres arrendaban el primer piso para guardar motocicletas. Cuenta Angie. “Resulta que las motos eran robadas y nos hicieron allanamiento” un capitán de la Policía Nacional capturó a su padre y procede a golpearlo; la joven interviene y es agredida verbalmente, a lo que ella reaccionó con agresiones físicas. De inmediato inicia su proceso judicial y es condenada a 4 años de prisión en el Buen Pastor por el delito de violencia contra servidor público.
Primer día ” de las ollas a las raquetas”
Cuando Angie supo que sería llevada al patio de máxima seguridad número 9 no pudo contener más el llanto, abrazó con todas sus fuerzas las rejas, tratando de evitar lo que vendría. “La diabla” una joven marcada por el consumo, varias puñaladas en su cuerpo y una platina fijada en el rostro, trató de consolarla diciendo: “Hágale que yo me paro por usted, digo que somos primas ¡Gomelita, no se ponga a llorar que usted puede!”. Una vez entró al patio, la enviaron a la celda mejor conocida como “La olla” un lugar de consumo donde las internas suelen cambiar alimentos, colchonetas, cobijas, ropa y jabones por un poco de droga. La dragoneante le dijo a la joven asustada – ¡Usted no se puede quedar aquí! La voy a ayudar a cambiar de celda, pero de patio no, porque usted viene recomendada -. La nueva celda, un poco más limpia y ordenada le dio a Angie un pequeño respiro.
A la mañana siguiente, salió a lavar algunas prendas que extendió en las largas cuerdas que iban de baranda a baranda, al cabo de un rato, se llevó la sorpresa de que ésta había sido robada, desconsolada Angie sucumbió, las demás reclusas le decían: -Párese duro porque o sino ellas huelen el miedo”. Las peleas se convirtieron en la nueva cotidianidad que despuntaba a las 3 de la mañana, con las largas filas para las duchas y que rara vez se respetaban “Las líderes empiezan a decir ¡Pero es que primero van las que están en mi celda! Ahí se armaban las peleas a golpes, porque si llegaban las 7 de la mañana y alguna no estaba lista, se ganaba fijo su “raqueta” que es cuando las dragoneantes desordenan las celdas, supuestamente en búsqueda de celulares y droga”. El día se pasaba en los patios, en medio de horas llenas de incertidumbre y desesperanza. A las cinco de la tarde, las reclusas eran encerradas en las celdas donde compartían el baño y el lavadero; las noches transcurrían entre las peleas, las drogas y el insomnio, así hasta la mañana siguiente donde la rutina se repetía.
Sonrisa Celeste
Del fondo de la casa emergen los pasos de una pequeña de risos alborotados, decorados con el moño de un turbante rosa que combina con su vestimenta. Celeste se abalanza sobre el cuello de Angie y exclama: ¡Mami! La inocencia y dulzura de esta niña de año y medio le ha devuelto la vida a Angie.
Fresas con chocolate
El aroma inconfundible del chocolate fusionándose con las fresas cosechadas en el municipio de Sibaté, rompe con la monotonía de las reclusas del Buen Pastor, evocando historias, sensaciones y recuerdos. Catalina López de la Fundación Marca ubicada en el municipio de Cajicá, cree en las segundas oportunidades, en la resocialización y en la dignificación de los procesos de las mujeres penadas y pospenadas. Los talleres de pastelería y de chocolatería fina son la excusa perfecta para construir lazos de solidaridad, empatía y amistad. Angie conoce a Catalina luego de haber recuperado su libertad y decide acompañar a la fundación en su labor; volver a la cárcel nuevamente trajo consigo sentimientos encontrados, pero esta vez su labor sería la de enseñar, llevando un poco de alegría a la vida de sus amigas y compañeras.
FunMarca, una escuela de emprendimiento
Javier López, Marcela Beltrán y Catalina Gómez son tres soñadores, que saben lo que representa empezar de ceros y cuya experiencia es la materia prima de esta labor social que busca brindar a las mujeres herramientas para retornar a la vida civil. “Nos hemos encontrado con mujeres que en su momento cometieron delitos, pero también con muchas que son inocentes, su único error fue estar en el lugar y en el momento equivocados. Son personas muy sensibles, con ganas de salir adelante, de reencontrarse con sus hijos. Infortunadamente muchas han reincidido, precisamente por las oportunidades que se les han negado”. Explicó Catalina López. La Fundación Marca busca convertirse en esa luz de esperanza y en la voz de aliento que les recuerde “Usted está lista, vamos para adelante, juntas podemos”.
¡Creemos en la resocialización!
En Cajicá, municipio ubicado en la región Sabana Centro, un llamativo recinto llama la atención de sus habitantes, las paredes color rosa transmiten dulzura y calidez. Las rosas dan un toque de armonía y elegancia a ese sueño que Catalina ha materializado en “Lamour, dulce tentación” una tienda de pastelería y chocolatería fina que en el marco de toda la labor social de FunMarca abre sus puertas a las segundas oportunidades, brindando una opción de trabajo digna a mujeres resocializadas.
Lamour Dulce tentación. Fotografías Edilberto Devia.