Opinión: La velocidad de la tecnología atropella nuestros cerebros
El acelerado proceso cambia el sentido de lo que entendemos por desigualdad. Foto: Bryan Derballa para The New York Times.
Por Jorge Carrión
Es escritor y crítico cultural.
En la notable serie Mrs. America, ambientada en los años setenta, llama la atención que la conservadora protagonista use grabaciones en cintas de casete y correo postal para difamar a sus oponentes feministas. En solamente una generación hemos pasado de esas tecnologías de la comunicación, que ahora nos parecen lentísimas, a la instantaneidad de Gmail, Facebook, Twitter o WhatsApp. Un salto de puro vértigo.
La velocidad del transporte, las comunicaciones y el conocimiento no ha parado de incrementarse exponencialmente en este cambio de siglo. En El futuro va más rápido de lo que crees, Peter Diamandis y Steven Kotler ponen un ejemplo rotundo de ello. En 1997, la computadora Deep Blue de IBM derrotó al ajedrez al campeón del mundo, Gary Kaspárov; exactamente veinte años más tarde, la AlphaGo de Google ganó al campeón de go Lee Sedol. La complejidad del ajedrez es de 10 elevado a 40; la del go, de 10 elevado a 360. Una diferencia de 320 en solamente dos décadas.
Esas diferencias aumentarán pronto, abismalmente, con la computación cuántica. Según otro tecnólogo estadounidense, Ray Kurzweil, en unos años cualquier ordenador portátil tendrá la misma potencia de cálculo que el cerebro humano. La tecnología está acelerando el mundo a una velocidad frenética y sin precedentes. El problema es que nuestros cerebros, en cambio, no han ganado en las últimas décadas mayor capacidad de procesamiento. De modo que nuestro ritmo mental, aunque sea extraordinario, es cada vez más lento en comparación con el de las redes y las máquinas.
Fuente: The New York Times.